"Las mujeres vivimos en un océano de violencia masculina"
La norteamericana Rebecca Solnit, presentó "Recuerdos de mi inexistencia" frente a un concurrido Zoom. En pantalla la escritora habló de feminismo, memoria y de los monstruos tecnológicos que nos vigilan. Extracto del libro "Recuerdos de mi inexistencia" Por Rebecca Solnit
El escenario de esta singular auto-biografía son los choques y tropiezos de una mujer en el mundo intelectual estadounidense. Antes de estos "Recuerdos de mi inexistencia" (Lumen) la escritora norteamericana se lanzó con el ensayo "Los hombres me explican cosas", texto que generó revuelo por la asimetría de géneros que denunciaba. En este nuevo libro vuelve a ese ensayo y avanza más aún.
Solnit estudió Historia del Arte en la Universidad de San Francisco y luego completó un máster de Periodismo en la Universidad de Berkeley. Es autora de más de veinte libros que cabalgan entre la historia, la crítica del arte, el ensayo y el espacio de lo biográfico. Solnit permanentemente toma las banderas del medioambiente y el feminismo. Es activista de estas causas desde fines de los ochenta hasta ahora. Prueba de esto es "Savage dreams" (1994), libro en el que reflexionó sobre el célebre parque Yosemite y contó su experiencia como testigo en Nevada, el sitio donde se hicieron pruebas nucleares. Ha ganado diversos premios como el National Book Critics Circle Award y el Kirkus Prize de No Ficción.
Periodista freelance, Solnit también escribe esporádicas columnas de opinión donde deja caer sus reflexiones con un estilo claro y preciso. Hoy argumenta que las mujeres necesitan tres cosas: que se les escuche, que se les crea y que lo que digan surta efecto o importe.
En el zoom del lanzamiento de los "Recuerdos de mi inexistencia" dijo que su historia debía ser contada porque aunque ha estado escribiendo sobre la violencia contra las mujeres desde 1985, empezó a sentir que no había escrito realmente cómo eso la impactaba de manera personal.
"Aunque no seas víctima de las peores cosas que le pueden suceder a una mujer, todas las mujeres vivimos en un océano de violencia masculina, como los peces viven en el mar. Y eso tiene un impacto tan grande sobre nuestras decisiones, cambia la forma en la que pensamos sobre nosotras mismas, socava nuestra confianza y la realidad de nuestra existencia. Quería escribir lo que suponía para mí, como una mujer joven que vivía en una atmósfera de amenaza constante, y que se daba cuenta de que nadie decía nada sobre ello y que más bien debía adaptarme al hecho de que los hombres quieren dañar a las mujeres, como si fuera inevitable, inexorable, y no algo que debiera cambiarse".
La condescendencia
"Mansplaning" o "machoexplicación" es un neologismo que se incluyó en el Diccionario de Oxford del año 2014 y se define así: "Dícese de la actitud (de un hombre) que explica (algo) a alguien, normalmente una mujer, de un modo considerado, condescendiente o paternalista". La palabra se le adjudica a Solnit, pero ella ha dicho que la puso una de las millones de mujeres que leyeron online su ensayo.
Frente a la pregunta de cuándo será el día en que "los hombres" dejen de explicarle cosas a las mujeres, Rebecca Solnit sonríe y concede que al menos hoy ya no es tan "fácil ni tan gracioso" incurrir en la "machoexplicación". Que no es "solamente una suposición de que el hombre mágicamente sabe y la mujer ignora. También es la suposición de que los hombres hacen que las mujeres se sientan bien explicándoles las cosas de manera condescendiente. Y, a la vez, ellos se sienten bien porque la mujer está muy agradecida por este gran conocimiento que le ha transmitido el hombre", aclara la autora.
"Cuando empecé a escribir sobre el 'mansplaning', me refería a que existe la suposición de que las mujeres tienen que escuchar mientras los hombres están a cargo, pero esto no es solamente una tontería que pasa en la sobremesa, puede ser una cuestión de vida o muerte cuando una mujer dice que hay un hombre que intenta matarla, entonces alguien dice: 'esta mujer es demasiado emotiva está exagerando', pero no, las mujeres mueren permanentemente a manos de los hombres y la comunidad no presta atención a esto", advierte Solnit.
-¿Cuáles serán los retos del feminismo una vez que termine la pandemia?
-Los desastres revelan lo que es más fuerte y lo que es más
en su libro la escritora también recuerda su vida en San Francisco.
"Recuerdos de mi inexistencia"
Rebecca Solnit
Editorial Lumen
288 páginas
$14.000
A Solnit se le atribuye el concepto "mansplaining" o "los hombres explican".
débil en una sociedad. He visto que la gente ha sido muy solidaria en todo el mundo, mucha de esa solidaridad es impulsada por las mujeres. Y también he visto, hasta qué punto la pandemia ha revelado la igualdad en casa, con los niños sin ir al colegio y hasta qué punto la carga del trabajo recae en las mujeres. Acá en Estados Unidos estamos viendo que las carreras de las mujeres se están destruyendo. En los hogares heterosexuales tienen que desarrollar muchísimo más trabajo que sus maridos. ¿Cómo fomentar la igualdad en el hogar?, ¿cómo fomentar un mundo donde haya mucho más apoyo y el reconocimiento de que el mundo del trabajo tiene que adaptarse a que las personas tengan hijos, independientemente de su género? Esto nos recuerda que, aunque muchas cosas han cambiado para mejor en los últimos 50 años de feminismo, el trabajo tiene que continuar porque queda muchísimo por hacer. Siempre hablamos del feminismo como si fuera tarea solamente de las mujeres, siendo que es un problema que los hombres también deben resolver.
San francisco
Solnit recaló en un barrio deteriorado de San Francisco en 1981 y vivió en un pequeño y hermoso departamento los 25 años siguientes. Recorrer las páginas de los ocho capítulos en que divide el libro, es adentrarse en lo vibrante que era el día y la noche en 'Frisco' una ciudad multicolor y una de las más tolerantes en Estados Unidos.
-Siendo este libro también una carta de amor a San Francisco, ¿cómo ve a la ciudad hoy?
-Antes estaba súper orgullosa de vivir en San Francisco porque sucedieron procesos súper importantes para la historia del país. Ha sido el lugar donde se empezaron a cuestionar muchas cosas. Por ejemplo, la preponderancia de los protestantes sobre la vida política. Se daba más cabida a la mujer en la sociedad, éramos una especie de ciudad salvaje y siempre había un componente latino, español y asiático muy importante. En la Costa Oeste estamos más cerca de Asia que de Europa. San Francisco fue el centro de la liberación gay, somos la cuna también del movimiento ambiental, pero ahora la cosa ha cambiado.
-¿Cómo ha cambiado?
-41 años después que me mudé a San Francisco, somos parte de la capital mundial de la distopía tecnológica, nos ha absorbido el Silicon Valley. La tecnología ha tenido un papel nefasto en tantos aspectos de nuestra vida pública y privada que realmente me siento distinta. San Francisco es un lugar diferente. Es algo que ha pasado en los últimos años: el boom tecnológico ha expulsado a mucha gente pobre, incluídas a personas de las minorías negras y latinas, por lo tanto se ha convertido en un sitio diferente: ha perdido su alma, ha perdido su corazón. Sigue siendo un sitio agradable para vivir, pero no es tan fácil como antes. Se ha convertido en un sitio carísimo.
-¿Qué ha pasado con los vecindarios?
-Mucha gente, y entre ellos, homosexuales, no pueden pagar las rentas de los alquileres. Por lo tanto, se ha convertido en una ciudad mucho menos amistosa y agradable. La tecnología, las redes sociales, podrían ser diferentes. Google podrían beneficiar a la sociedad civil, con otros tipos de controles, no como se ha desarrollado, como una suerte de monstruo del capitalismo, con una capacidad ilimitada de vigilarnos a todos. Yo siempre digo que la KGB, la Stasi alemana, el FBI, nunca hubieran soñado tener esta capacidad de vigilancia de nuestra vida como lo hace Google y Facebook: nos controlan y saben todo sobre nosotros y por lo tanto vivo en el centro de una de las fuerzas más destructivas del mundo.
Los hombres me explican cosas
Desde la publicación del ensayo he sabido de abogadas, científicas, médicas, especialistas de diversos ámbitos, deportistas y montañistas, mecánicas, albañiles, técnicas de cine y otras mujeres que han recibido explicaciones sobre su área de conocimiento por parte de hombres que no tenían la menor idea de lo que hablaban, pero que consideraban que el mundo estaba tan organizado que el saber era inherente al varón y su ausencia inherente a la mujer; que escuchar era nuestra obligación y estado natural, y perorar, su derecho; tal vez que nuestra tarea consiste en permitir que el sentido de ellos se expanda mientras el nuestro se marchita; que la asimetría en cuanto a quién controla los datos se aplica a todo, desde los temas intelectuales hasta lo que acaba de suceder, y socava la capacidad de las mujeres para hacer casi cualquier cosa, como por ejemplo, a veces, sobrevivir.
(…)
Desde la mañana en que redacté "Los hombres me explican cosas", me costó diez años y docenas de ensayos feministas darme cuenta de que, después de todo, no hablaba de la violencia contra las mujeres ni escribía acerca de ella pese a que leía sobre el tema sin cesar. Escribía sobre qué significa no tener voz y defendía la redistribución de ese poder esencial. La frase fundamental de "Los hombres me explican cosas" es "La credibilidad es una herramienta básica de supervivencia". Sin embargo, me equivocaba al decir que es una herramienta. Una herramienta es algo que asimos con las manos y utilizamos. Lo que haga dependerá de cada persona.
Nuestra credibilidad se deriva en parte del modo en que nuestra sociedad percibe a gente como nosotras, y hemos visto una y otra vez que, por muy creíbles que sean algunas mujeres según criterios supuestamente objetivos reforzados con pruebas, testigos y modelos bien documentados, las personas dedicadas a la protección de los hombres y sus privilegios no las creerán. La misma definición de las mujeres en el pratiarcado está concebida para justificar la desigualdad, incluida la desigual credibillidad.
Aunque a menudo el patriarcado reclama el monopolio de la racionalidad y de la razón, las personas comprometidas con él despreciarán la historia más normal, coherente y verificable contada por una mujer y aceptarán cualquier relato fabuloso de un hombre, fingirán que la violencia sexual es minoritaria y las acusaciones falsas son corrientes, etcétera. ¿Por qué contar historias, si solo acarreará otra tanda de castigo o menosrepcio, o si no se les prestará atención, como si no significaran nada? Así funciona el silenciamiento preventivo.
Tener voz no implica solo la capacidad animal de emitir sonidos, sino también la posibilidad de participar plenamente en las conversaciones que configuran la sociedad, las relaciones con las demás personas y la vida propia. Hay tres elementos claves que son importantes a la hora de tener voz: audibilidad, credibilidad y relevancia.
Por Amelia Carvallo A.
Trent Davis Bailey
"Estamos viendo que las carreras de las mujeres se están destruyendo. En los hogares heterosexuales tienen que desarrollar muchísimo más trabajo que sus maridos. ¿Cómo fomentar la igualdad en el hogar?"
"También he visto, hasta qué punto la pandemia ha revelado la igualdad en casa, con los niños sin ir al colegio y hasta qué punto la carga del trabajo recae en las mujeres".
"Google podría beneficiar a la sociedad civil, con otros tipos de controles, no como se ha desarrollado, como una suerte de monstruo del capitalismo, con una capacidad ilimitada de vigilarnos a todos".
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