Desarrollo de las regiones
La elección de los gobernadores debería ser un peldaño más en los mayores grados de autonomía. Las nuevas autoridades regionales y los constituyentes electos tendrán un rol relevante en el camino de la descentralización.
Fue el año 2008 cuando se propuso instituir el 31 de marzo como el Día de las Regiones. Durante los 12 años siguientes en esta fecha se recuerdan las demandas por un proceso más acelerado de descentralización del poder en el país. Este año, las complejas circunstancias sanitarias que afectan a todo el territorio debido a la pandemia hicieron que la fecha pasara especialmente desapercibida. Sin embargo, ello no impide la necesidad de reconocer oportunidades y amenazas del proceso que busca hacer de las regiones espacios con mayores niveles de desarrollo y más autónomos.
Profundizar en esto es trascendental, considerando que se está ad portas de la elección de los integrantes de la Convención Constitucional, al tiempo que hay otro proceso importante también en curso y que marca un hito significativo para las regiones, como los comicios de gobernadores regionales.
Si bien las atribuciones con que estas nuevas autoridades iniciarán sus labores han sido objeto de crítica, lo que está claro es que la figura del gobernador será clave en la alineación de la estrategia que se trace cada zona.
Con todo, es muy importante advertir que para que haya una real conciencia del significado de este proceso, no basta con concentrarse en las potenciales oportunidades, sino también abordar las amenazas. Y es que el éxito de la descentralización no pasa sólo por transferir recursos fiscales a los niveles regionales, ni por la elección directa de sus autoridades, y menos aún por la transferencia de responsabilidades a los niveles subnacionales sin que éstos cuenten con recursos económicos y humanos competentes para su implementación. Desde una perspectiva más integral se debe ver la descentralización como un proceso que depende de múltiples factores, los cuales no se manifiestan de manera aislada, sino que actúan conjuntamente.
Es cierto que la descentralización es un objetivo deseado, pero no puede perderse de vista que se trata sólo de un medio para alcanzar lo verdaderamente importante: mayores niveles de desarrollo para las regiones del país, lo que se consigue -efectivamente- con nuevas atribuciones, pero también con una gran responsabilidad de quienes están llamados a hacerse cargo de esas crecientes cuotas de poder.