Correo
Libertad
El ser humano, producto de su racionalidad y voluntad, es un ser libre. Esta realidad exige que el Estado respete la libertad de las personas para que estas puedan desarrollarse como lo consideren más conveniente y actuar en búsqueda de su propia felicidad. Para el filósofo británico Roger Scruton, «las soluciones a los conflictos humanos se revisan caso a caso y se adoptan en base a casos de precedentes, a las costumbres y a las leyes. La solución no se ajusta a un plan, un esquema o una utopía, es el resultado de una infinidad de acuerdos y negociaciones que han sido preservadas en la ley y en las costumbres». En la experiencia histórica rara vez hemos visto soluciones de antemano. En cambio, estas se han ido almacenando mediante el diálogo y las negociaciones. El buen resultado de la Convención constitucional dependerá del respeto de nuestros convencionales constituyentes a las reglas del entendimiento humano que resguardan las libertades de los ciudadanos mediante las instituciones, frente a los fanatismos y utopías que las pretenden destruir.
Martín Durán F . Fundación para el Progreso
Para terminar con la calle
"Estuve tres años en la calle, mi cuerpo ya no valía nada, pesaba menos de cuarenta kilos. Fue una época confusa, violenta, cuando mezclaba copete con pasta base, me borraba, desaparecía, tanto así que al otro día, no recordaba cuando me pegaban o me violaban", cuenta Evelyn (28), entre miradas evasivas e incomodidad.
Definir el perfil de la mujer en calle es difícil. Las hay jóvenes, con hijos o sin ellos; de la tercera edad, con pareja o solas; extranjeras y chilenas; con enfermedades crónicas, con problemas de salud mental o de consumo de drogas, y también están las que quedaron sin hogar por escapar la violencia intrafamiliar o de un quiebre afectivo inabordable. "A los 24, tuve a Belén, pero me dio una depresión posparto súper fuerte, no sabía qué hacer, no entendía la maternidad", dice Evelyn.
Esto produjo un quiebre con su ex pareja, quien terminó quedándose con la custodia de su hija. Esa perdida la llevó a la calle. Una noche, en que dormía en un paradero, un hombre le ofreció pasta base a cambio de favores sexuales. Ella se negó; él le quebró la nariz. "Ahora analizo ese tiempo y fue como haber estado en una película de terror que no termina cuando se encienden las luces".
¿Cuántas mujeres deambulan por nuestra región, atrapadas en una película de terror que no termina? Esta invisibilización se expresa en la falta de una perspectiva de género para abordar la problemática de la situación de calle. Y en algo que afecta a hombres y mujeres en calle: la exigencia de pruebas de buena conducta para ayudarlos, lo que tiene que ver con el prejuicio, la estigmatización y la incomprensión de esta realidad social.
Ese ese sentido, el programa Vivienda Primero, que ya está presente en Santiago, Concepción y Osorno y hasta ahora beneficia a 353 personas, es una de las políticas públicas más revolucionarias que se ha aplicado nunca en Chile, porque entrega justamente un techo sin pedir nada a cambio a mujeres y hombres con más de 5 años en calle y sobre 50 de edad. Esa base esencial -un espacio propio, privado y protector-, permite iniciar el trabajo de integración, con apoyo psicosocial especializado que es lo que permite salir de una situación, que es la manifestación más cruenta de la pobreza y la vulnerabilidad, más aún en el caso de las mujeres.
Héctor Higuera, jefe de operación social de Hogar de Cristo.
Autocuidado emocional
Es destacable la forma en que el personal sanitario se ha desempeñado en esta pandemia, sobre todo considerando que ningún servicio de salud a nivel mundial, estaba preparado para enfrentar esta desmedida crisis.
La situación tomó por sorpresa a los servicios médicos públicos y privados, derivando en la generación repentina de transformaciones importantes en el ámbito administrativo del personal, como, por ejemplo, la reorganización de los sistemas de turnos, los que muchas veces sobrepasan los límites físicos de los funcionaros, terminando por afectar severamente su estado anímico.
Asimismo, durante los primeros meses de pandemia, el personal de salud del sistema público (principalmente), no pudo hacer uso del derecho de feriados legales u ocupar permisos administrativos con el fin de resguardar la dotación del recurso humano frente a la avalancha de pacientes infectados. En consecuencia, la sobrecarga laboral y emocional ha sido y sigue siendo notable, lo que ha significado vivir y enfrentar miedos, discriminaciones, incertidumbres y angustias constantes producto de la pandemia.
Frente a este escenario, no debemos olvidar que el autocuidado emocional se sitúa como un eje fundamental para que el personal sanitario pueda seguir enfrentándose a todos los caminos que la pandemia decida. Por lo mismo, es necesario que estos profesionales también tengan el acceso y contención necesaria, reforzando su bienestar a través de uso de herramientas como la inteligencia emocional, lo que les permitirá seguir sobreviviendo esta batalla de la mejor forma posible.
Beatriz Arteaga Directora Escuela Técnico de Nivel Superior en Enfermería Universidad de Las Américas.