Niñez invisible en pandemia
Considerando los diferentes obstáculos y desafíos que las personas han enfrentado en pandemia, es necesario relevar lo que hasta el minuto no ha sido considerado importante o urgente, como es el caso de la salud mental de niños y jóvenes. Parece ser que una vez más ha prevalecido la mirada adulto céntrica, invisibilizando las reales problemáticas que aquejan a este segmento de la población.
Si bien el riesgo de enfermar gravemente por COVID-19 en este grupo etario es menor, existen otros factores de riesgo que atentan contra su desarrollo humano, como el confinamiento y la perdida de espacios de socialización, incidiendo en el desarrollo de habilidades sociales y, más grave aún, convirtiéndose en el escenario perfecto para gatillar trastornos ansiosos o depresivos, siendo el intento de suicidio una realidad que existe y que muestra una tragedia de la que hay que hacerse cargo.
Es necesario considerar algunas señales de alerta que se pueden expresar en irritabilidad, rabietas, conductas evitativas, tristeza, apatía, falta de concentración, disminución del rendimiento escolar, entre otros. Algo relevante a tener presente es que los cambios conductuales en los niños y niñas deben ser leídos como mensajes que comunican algo. Por ello, prestar atención, posibilita encontrar soluciones que muchas veces, implica la ayuda profesional.
Por otro lado, como las demandas en salud mental han aumentado, es importante tener presente que un gran número de niños no están recibiendo una atención oportuna por múltiples factores, entre ellos, falta de recursos económicos, ausencia de horas disponibles en servicios públicos o quizás no se ha identificado la necesidad de parte de los padres o madres, que no necesariamente refleja una conducta negligente, sino que puede deberse al desconocimiento.
La salud mental en este segmento de la población es primordial, sobre todo en el contexto sanitario actual, pues los niños no son el futuro, sino el presente, y es ahora cuando se deben implementar estrategias de promoción, prevención e intervención en este ámbito, poniendo en el centro sus necesidades, relevando sus voces, mensajes, gestos, conductas para que permitan avanzar hacia una sociedad que valora el bienestar infantil.
Ivonne Maldonado Directora Carrera de Psicología Universidad de Las Américas
EPOC y COVID- 19
Desde la aparición del brote en China, se sabe que la neumonía por coronavirus impacta más la mortalidad en pacientes adultos mayores y con comorbilidades, entre las cuales están la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y el tabaquismo. Durante esta pandemia, la prevención de la neumonía por COVID-19 en pacientes con EPOC se ha convertido en una prioridad ya que, por un lado, este tipo de pacientes infectados con COVID-19 no son fáciles de detectar y por otro lado, tienen 6 veces más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y 17 veces más probabilidades de necesitar manejo en una unidad de cuidado intensivo que la población general.
Adicionalmente, la exacerbación aguda de EPOC, una de las causas principales de hospitalización, puede tener múltiples etiologías. En la situación actual, la infección por SARS-CoV-2 puede ser una de sus causas. Por ello, hoy se debe priorizar el diagnóstico y manejo de la exacerbación aguda de EPOC, junto con diferenciarla de las agudas infecciosas y no infecciosas, para evitar el sobreuso de antibióticos cuando no es requerido.
La reciente publicación en 2020 del Resumen Ejecutivo Guía de Práctica Clínica Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica del Ministerio de Salud, plantea la necesidad de actualizar los broncodilatadores disponibles en canasta GES FONASA. En mi calidad de neumólogo que atiende en el sistema de salud privado y público observo la abrumadora diferencia existente entre los tratamientos disponibles para tratar esta enfermedad.
Urge estandarizar los fármacos disponibles para ellos, incorporando nuevos broncodilatadores con demostrada evidencia actual para prevenir las exacerbaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes con EPOC en el sistema sanitario estatal, con el fin de disminuir las inequidades actualmente existentes.
La EPOC es una enfermedad crónica y requiere un tratamiento a largo plazo, que debe mantenerse sin interrupciones durante todo el tiempo de la pandemia. Ahora más que nunca, desde nuestra posición como profesionales de la salud, debemos actuar con la mayor responsabilidad para dar ejemplo, promover y educar la sociedad. El compromiso es de todos.
María Benavides Broncopulmonar Adulto, Instituto Nacional del Tórax y Clínica Universidad de los Andes