La Escuela de Cultura Artística y difusión Claudio Arrau León fue fundada el 1 de julio de 1942, creada por las autoridades de entonces, para satisfacer las necesidades de los estudiantes y la clase obrera, incorporando conocimientos técnicos para formar personas en distintos oficios.
Por aquel entonces, el ministro de educación, César Bustos, por orden del presidente de la República Pedro Aguirre Cerda, firmó el decreto N° 4128 que creó, a partir del 1 de julio, una escuela mixta de primera clase N° 51 en el local de la escuela N° 13, con la denominación de «Escuela de Arte Popular». Allí serían impartidas las siguientes especialidades: artes del fuego, alfarería y cerámica, artes textiles (tejidos a telar, palillos y cestería), juguetería, dibujo y composición y dibujo técnico.
Asimismo, se asigna un director y profesores especialistas. No obstante ello, las condiciones de emergencia como consecuencia del terremoto de 1939, hizo que no pudiera funcionar durante ese tiempo. Posteriormente, otro decreto obtiene la creación definitiva de la «Escuela Popular de Cultura Artística», la cual se instaló en los pabellones de emergencia en la actual Avenida Bernardo O'Higgins con Avenida Libertad. La dirección quedó a cargo del profesor Fortunato Santibáñez Rogel.
Desde ese entonces, comenzó a funcionar la nueva escuela orientada a proporcionar un currículum integral dirigido a la clase obrera, para mejorar sus condiciones de vida. Desde esa escuela de oficios inicial, evolucionó en el tiempo a la actual escuela de artes, especializándose en el arte clásico: artes escénicas, artes visuales y musicales. Actualmente, la Escuela de Cultura y difusión artística Claudio Arrau León de Chillán está bajo la dependencia de la administración municipal.
Esta escuela es dirigida hoy, por el profesor Juan Pablo Garrido Urrejola, contando con un staff de profesores especializados y con una matrícula tal, que se está proyectando el crecimiento hacia los años venideros, con una ampliación física de su establecimiento.
En paralelo, en las últimas décadas, a su condición de semillero de artistas, con alrededor de setecientos alumnos distribuidos en las áreas de artes escénicas teatro, danza contemporánea y ballet; artes visuales pintura, dibujo, grabado y la gran área de música con todas las academias que confluyen en dos orquestas sinfónicas, ella se ha transformado, además, en un espacio de centro cultural abierto a la comunidad, donde ha sido posible disfrutar de conciertos, lanzamientos de libros y revistas, exposiciones artísticas y conversatorios. Una escuela con gran vida que no se detiene en pandemia y que se proyecta de cara a pleno siglo XXI, como una formadora de actores culturales, los cuales seguirán los senderos recorridos que hollaron los afamados ñublensinos del siglo XX.
Alicia Romero Historiadora