La megasequía pone en jaque a nuestra poderosa minería
Gremios advierten que "sin agua, no hay minería", después de que Antofagasta Minerals anunciara el recorte en la estimación de producción de cobre para este año debido a la grave escasez hídrica que vive el país.
Las alarmas las encendió el gigante Antofagasta Minerals, que recientemente recortó su estimación de producción crupífera para 2021 debido a la severa sequía, y el miedo se extendió como la pólvora en la poderosa minería de nuestro país, el primer exportador de cobre del mundo..
La compañía anunció en su informe financiero semestral en agosto que disminuyó su previsión de producción desde un rango de 730.00-760.000 toneladas a uno entre 710.000-740.000 toneladas debido a la escasez de lluvias en la Región de Coquimbo, donde se ubica la mina Los Pelambres.
"Esta posible reducción sería mayor si Los Pelambres no fuera una de las faenas más eficientes en el uso del agua", alertó Iván Arriagada, CEO de la minera, una de las más grandes que opera en Chile y propiedad del grupo Luksic
A los pocos días, el Gobierno comenzó a decretar zona de emergencia agrícola, abarcando hasta el cierre de esta edición al territorio entre las regiones de Coquimbo y Biobío.
13 años de megasequía
Chile sufre desde hace 13 años la peor sequía en la historia debido al cambio climático.
Este invierno está siendo uno de los más secos, con un déficit de precipitaciones de hasta el 80 % respecto a un año normal, y de nieve del 85%, lo que ha llevado a los caudales y embalses a sus registros mínimos.
La minería, que representa el 10% del PIB nacional, mira con atención los pronósticos meteorológicos y no se descarta que otros gigantes anuncien nuevos recortes en sus previsiones en los próximos días.
"Sin agua no hay minería", alertó a Efe Manuel Viera, presidente de la Cámara Minera de Chile, que para este año se estima una bajada en la producción de cobre fino de entre 150.000 a 200.000 toneladas.
Las minas más afectadas serían, según el gremio, las que se encuentran en la alta cordillera, como Los Bronces, Caserones o El Teniente, el yacimiento subterráneo más grande del mundo.
La escasez de agua, apuntó Viera, "podría afectar de forma negativa los ráting crediticios de las compañías mineras globales si estas no son capaces de gestionar proactivamente los riesgos operacionales y políticos ligados a sus negocios".
Además, agregó el líder gremial, "hay que considerar el endurecimiento de los requisitos para obtener permisos medioambientales que podría alargar los plazos de los proyectos y exigir a las empresas la búsqueda de sistemas de obtención de agua más complejos".
Con una media de seis millones de toneladas al año, nuestro país acumula el 28% de la producción mundial de cobre, fundamental en la transmisión de energía. Además, representa más del 55% de las exportaciones nacionales.
Desalinización
El agua es crucial para la producción cuprífera y no hay proceso en el que no se necesite: "En la ruta de sulfuro, por ejemplo, donde se muele y separa el cobre como un concentrado, se requiere en promedio 520 litros de agua por tonelada procesada", indicó Willy Kracht, académico de la Universidad de Chile y director del Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco).
La escasez hídrica ha puesto a prueba por tanto la creatividad de la industria, que lleva varios años apostando por la reutilización y la desalinización del mar.
De acuerdo con la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), se proyecta que el consumo de agua de mar crecerá 156% en 2030 en comparación a 2019, mientras que la utilización de agua continental caerá 6%. Para 2020, el agua de mar representó el 65% de agua utilizada en la minería del cobre.
Pero la desalinización no es una solución mágica. De acuerdo con Jonathan Barton, profesor del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), la mayor parte de las plantas desaladoras están en proceso de permisos y desarrollo todavía. "Se requiere una revolución tecnológico para introducir alternativas en los procesos de mayor consumo de agua, como la concentración", añadió.
Los ambientalistas y muchos expertos, sin embargo, consideran que el modelo extractivista de Chile, así como su gestión privada del agua, han contribuido a acelerar los efectos del cambio climático.
Es una afirmación que refuta la industria, que defiende que es el cuarto consumidor de agua, con entre el 3% y el 4% del total nacional, frente al 72% de la agricultura.
Para Estefanía González, de Greenpeace, la minería se escuda en esas cifras, pero "hay un porcentaje escondido, que no está medido y que son las llamadas aguas del minero, halladas en las labores de explotación de una mina. La minería chilena está sobredimensionada y no está adaptada a la condiciones de crisis climática. A este paso, en diez años más, nos vamos a tener que preguntar qué necesitamos, si cobre o agua", añadió la ecologista.
La sequía, concluyó Barton, "es producto del cambio climático, pero la minería agrava la situación en muchas cuencas: en el norte, con aridez histórica, el impacto del superciclo ha afectado el balance hídrico, perjudicando comunidades indígenas y agricultores y degradando bofedales".
la situación hídrica en el país podría causar estragos no solo en la agricultura, sino también en la minería.