En un mundo donde la apariencia se torna cada vez más relevante, el trabajo de los tradicionales lustrabotas del Paseo Arauco se mantiene más vigente que nunca. Con esmero y paciencia, desde temprano, llueva, truene, con calor o frío, están en la arteria más transitada de la capital regional, prestos para dejar el calzado de su clientela reluciente. Lo anterior utilizando pastas, renovadores y su infaltable paño, el que le permite obtener un brillo a toda prueba.

A parte de su labor, le ofrecen al cliente una buena conversación, ya que por lo general están enterados de la actualidad local como nacional. En resumen, una experiencia que hay que vivir. Ya sabe, para ello debe caminar por el Paseo Arauco y los encontrará, siempre con la mejor disposición para convertir a sus zapatos regalones en un verdadero espejo.