China se rebela con Protestas, escapes y peleas tras dos años de "covid cero"
ESTRATEGIA. La impaciencia empezó a notarse con ira y golpes en las calles hace unos días, mientras las ciudades viven los mayores rebrotes y confinamientos de la pandemia.
Redacción
Escenas inéditas en dos años de pandemia de gente protestando, peleándose con fiscalizadores de la Salud en traje protector e incluso escapando para no ser aislados, muestran cómo el cansancio y la impaciencia empiezan a hacer mella en China frente a la estricta política oficial de "tolerancia cero" frente al covid-19.
El gigante asiático mantuvo hasta hace poco la crisis sanitaria a raya con un cierre casi hermético de sus fronteras y duros protocolos que incluyen la hospitalización de todos los casos positivos y el aislamiento en instalaciones estatales tanto de los contagiados asintomáticos como de todos los contactos cercanos.
La estrategia funcionó hasta que la contagiosa variante ómicron se coló en el país, provocando rebrotes en numerosos lugares, incluidas ciudades de enorme importancia económica como Shanghái y Shenzhen, y los aislados pasaron de ser unas pocas decenas a cientos de miles: más de 370.000 hoy contando solo contactos cercanos (ver recuadro).
Reticentes al encierro
"Déjennos salir", claman en un video difundido en las redes sociales los vecinos de un complejo residencial de Shanghái, donde también quedaron registradas escenas tensas durante el frenesí de la población para abastecerse ante el confinamiento general que comenzó esta semana y quejas por las malas condiciones higiénicas de las instalaciones públicas de aislamiento.
Aunque este tipo de contenidos duran poco en las controladas redes sociales chinas, muchos han sido compartidos también en plataformas occidentales como Twitter o Facebook -censuradas en el país asiático- ilustrando que la sociedad china, pese a su pánico cerval al virus, se resiente tanto económica como psicológicamente de la dureza de las medidas de contención.
"El arrendador me dice que pague el arriendo. El banco me dice que pague el préstamo. El gobierno me dice que no vaya al trabajo y el vecindario me dice que no salga. ¿Pero de dónde saco el dinero? Eso nadie me lo dice", reza un mensaje viralizado en Weibo, el Twittter chino.
La detección de un solo caso puede conllevar el encierro de cientos de personas de un edificio, e incluso más allá, de centros comerciales y colegios, donde si saltan las alarmas por un caso positivo en el interior no sale nadie hasta que todos se hayan sometido a una prueba PCR.
Hay incluso colegios internacionales que en Pekín han pedido a los padres de los alumnos que envíen una manta para que sus hijos la tengan en la escuela por si acaso tienen que pasar allí la noche.
Menos resignación mostraron, de acuerdo a otro vídeo, las cientos de personas que abarrotaban un mercado de ropa en Shenyang en el que se detectó un caso positivo. Las imágenes muestran cómo los responsables del lugar trataron de encerrarlos a todos, pero la gente se rebeló y salió corriendo.
A bastonazo limpio
La exigencia continua de pruebas PCR, obligatorias en algunos lugares a diario para acceder al trabajo o al propio edificio de viviendas, es otra de las constantes de estos últimos meses que ha provocado protestas por las largas colas a la intemperie.
En las grandes ciudades se han instalado casetas en cada esquina donde es fácil, rápido y asequible -35 yuanes, unos 5,5 dólares- hacerse la prueba.
Pero en los entornos rurales la cosa se complica y la población puede llegar a mostrarse más reticente, como ilustra un video en el que una anciana que está tranquilamente sentada las emprende a bastonazos con un trabajador de la Salud que trata de acercarse a ella para tomarle una muestra.
También se han difundido imágenes de peleas a manotazos y patadas entre personal con traje protector y vecinos, que aunque no son la tónica general entre una población de 1.411 millones de habitantes, recogen reacciones que tampoco se habían visto hasta ahora.
El cierre de fronteras del que esta semana se han cumplido dos años también ha calado en el ánimo de la población, en especial de quienes tienen familiares en el extranjero a los que no ven desde que comenzó la pandemia.
Los extranjeros no residentes tienen vetada la entrada en el país y los nacionales o los foráneos residentes que quieran regresar a China deben cumplir con una cuarentena de un mínimo de dos semanas -o tres e incluso cuatro- en un hotel cuyo precio deben asumir, a lo que se suma el costo desorbitado por los pocos vuelos autorizados.
145.848 contagios y 4.608 muertes por covid registra oficialmente China en toda la pandemia.