Comienza hoy el Mundial de Fútbol de Qatar, que será sin duda un evento de gran repercusión mediática. Se hace en un país pequeño, con un poco más de dos millones de habitantes, mayoría migrantes y solo unos 300.000 qataríes. Un país con altos niveles de desarrollo humano y grandes riquezas, que le han permitido construir una infraestructura deportiva y urbana de primer nivel. Hay, sin embargo, una gran mancha: la falta de respeto de los derechos humanos. El Mundial fue adjudicado a Qatar en el 2010, comenzando luego la construcción de estadios, el metro y otros edificios. Se necesitó mano de obra extranjera, que lamentablemente comenzó a trabajar sin condiciones laborales básicas de protección. El "kafala", un sistema de empleo que permite que el propietario de las riquezas se apropie de la persona, ha sido una verdadera esclavitud, fuente de trabajo forzoso y mal pagado, en un país donde las temperaturas superan los 40 grados la mayor parte del año.
Por otra parte, Qatar es un Emirato absolutista, gobernado por una única familia desde mediados del siglo XIX. Según diversos organismos, hay serias restricciones en la libertad de prensa, en los derechos de las mujeres y de las personas homosexuales. Algunos asocian esto al carácter árabe y musulmán del país, pero lo árabe y musulmán no tiene por qué ser sinónimo de pérdida de libertades esenciales y prácticas discriminatorias.
La FIFA, como entidad internacional, tiene políticas sobre Derechos Humanos y, sin duda, posee los recursos y el poder para influir y exigir ciertas condiciones para el desarrollo de un evento como el Mundial, pero muchos creen que ha hecho poco y ha llegado tarde. Ha primado, como tantas veces, el interés de hacer negocio y obtener un éxito fácil, más que promover desde el deporte la construcción de un mundo más fraterno.
Hay quienes separan deporte y derechos humanos y consideran que no corresponde mezclar el deporte y la política; al parecer, piensan que un evento deportivo o artístico, por ejemplo, podría organizarse con independencia de las condiciones de vida de quienes viven en el lugar. Otros aceptan con agrado que a un país llegue el desarrollo económico, bienes de todo tipo, el mercado de la entretención, etc., pero se extrañan cuando se exige también la llegada del respeto de los derechos humanos. Es paradójico: se quiere avanzar en unas cosas, sobre todo si traen ganancias o placer a algunos, pero no en el desarrollo integral de todo ser humano. La dignidad de la persona humana es el fundamento sobre el que debe edificarse toda sociedad. Los derechos humanos son universales e inviolables, válidos para todo contexto geográfico y cultural. Puede haber costumbres o normas propias en cada cultura, pero nunca se puede olvidar el primado de cada ser humano, imagen de Dios.
Razones para construir embalse La Punilla
El 18 de noviembre de 2021 se llamó a licitación para construir el embalse Nueva La Punilla, inversión de aproximadamente US$370 millones de dólares que busca generar seguridad de riego para 60 mil hectáreas y sumar 7.100 hectáreas nuevas que hoy carecen del recurso hídrico. La apertura de ofertas que debía realizarse el día 13 de diciembre de 2022 se postergó para el 4 de agosto del 2023, con esta, ya suman 4 postergaciones. Pareciera que una obra que lleva décadas tramitándose no tiene importancia que se postergue por 8 meses más. Pero por la trascendencia que amerita esta obra, el Gobierno encargó su revisión a un comité interministerial para la Transición Hídrica Justa. La mesa técnica está compuesta por los ministerios de Obras Públicas, Agricultura, Energía, Medio Ambiente y de Ciencias. Resulta interesante descubrir cuáles serían los motivos para construir esta obra, empecemos por descartar cuáles no serían las razones para construirla.
Primero, no es razón suficiente que esta obra vaya a generar 9.800 empleos durante su proceso de construcción, que puede tomar desde 4 a 7 años, tampoco lo es porque con la mayor disponibilidad de riego, una vez que esta obra esté construida se vayan a generar 10.000 empleos en el rubro agrícola. Tampoco es razón para construirlo que en estos momentos de crisis económica para el sector construcción es que se necesitan generar empleos en obras del tipo de infraestructura, que son tan importantes para una región agrícola. Tampoco es razón suficiente construir este embalse para enfrentar el cambio climático. Tampoco es razón suficiente porque la región y el país requieren una seguridad e independencia agroalimentaria. Tampoco es suficiente razón, porque producto de la ausencia de agua, se destinan territorios a la actividad silvícola y una mayor desertificación de los suelos. Tampoco es razón suficiente que se beneficien a 5.000 regantes, de los cuales, el 66% de los beneficiarios directos con estas obras son pequeños agricultores, es decir, que tiene menos de 12 hectáreas para su cultivo. Tampoco es razón suficiente, que por ser concesionada no vaya a restar recursos fiscales a áreas de salud, educación y pensiones, requeridos y valorados por la sociedad.
Podríamos decir que hay una gran razón para promover la construcción del embalse Nueva La Punilla, el cual podría constituirse en el segundo más grande del país y esta razón es que podría aportar o asegurar un flujo de agua para el consumo humano y en particular de aquellas zonas que no cuentan con este recurso hoy en día. El desarrollo de este tipo de obras, son las que permiten asegurar el agua para el consumo humano, para no enfrentar situaciones críticas como eventualmente se van a tener en Santiago, en que, de persistir estas sequías, se tenga que llegar a un racionamiento del agua para las personas. Entendiendo ahora la importancia de este asunto, se puede comprender muy bien por qué el gobierno está incluyendo en el análisis de este proyecto a un equipo interministerial para que sea resuelto de la mejor forma. Atendiendo todas las necesidades antes dichas, constituyen razones suficientes para que esta obra pueda ser construida en el más breve plazo.
Sergio Pérez de Arce A. Obispo de Chillán
Ricardo Salman, Presidente CChC