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El cine de lo real planeó su fiesta

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1-Como espectadora, ¿cuál fue tu primer FIDOCS? -Siendo adolescente, en el Goethe Institut cuando todavía estaba en la calle Esmeralda, vi una retrospectiva de Herzog que me fascinó, especialmente su documental "Fata Morgana". Luego, como crítica de cine, escribí del FIDOCS para revistas como La Fuga y El Agente. A veces asistía a más de cuatro funciones diarias, largas jornadas en las que siempre descubría algo nuevo. FIDOCS es un lugar de encuentro, discusión y reflexión sobre el cine de lo real, los invitamos a vivir una experiencia colectiva y a descubrir las mejores películas del año.

2-¿Cómo se viene la edición 2022? -Luego de los tiempos de encierro, queremos reinstalar la experiencia colectiva de ver cine como un evento necesario y transformador. Este año enfatizamos en diversos focos: investigación forense, arquitectura, ensayo y video arte. La competencia nacional congrega a seis de los mejores documentales chilenos realizados en 2022 y la internacional ofrece ocho filmes muy innovadores. También tendremos online la competencia de Cortos Emergentes y a realizadores consagrados como Jafar Panahi, Gianfranco Rossi y la ganadora del Nobel de Literatura, Annie Ernaux.

3-¿Cómo es el público que convocan?-Amplio, diverso y dispuesto a sorprenderse. El documental no sólo se sitúa en la frontera del cine, sino que complejiza lo real, flirtea con la ficción y los géneros cinematográficos. También es capaz de convocar a públicos específicos, interesados por descubrir o profundizar en temáticas, universos narrativos y personajes muy precisos. El documental es un cine bisagra, capaz de conectar mundos y una especie de sismógrafo de su tiempo. Cada película puede ser un viaje a espacios cotidianos, desconocidos o remotos, y también un espejo punzante del presente.


En resumen

Antonia Girardi es directora del Festival Internacional de Documentales de Santiago (FIDOCS), Este año, la competencia de cortometrajes podrá verse de manera gratuita y online en la plataforma digital Teatroamil.tv desde el 22 al 26 de noviembre.

Antonia Girardi es investigadora, programadora de cine y guionista.

3 preguntas

Antonia Girardi, directora de FIDOCS

clotilde richalet SZuch

El plano secuencia y su vigencia en tres películas

"El castigo" de Matías Bize, "Bardo" de Alejandro González Iñárritu y "El chef" de Philip Barantini se apoyan en un recurso cinematográfico que ya tiene casi un siglo desde su estreno.
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El primer "plano secuencia" de la historia del cine lo hizo Friedrich W. Murnau en "Amanecer" (1927). Dura dos minutos, pero generó alto impacto época porque, básicamente, implicó resolver una secuencia completa sin cortes. Así nació esta técnica de planificación de rodaje que Alfred Hitchcock quiso llevar más allá de lo posible en el año 1948 con "La Soga". Fue otro de sus trucos. En los tiempos del celuloide, no se podía grabar una película de dos horas sin usar varios rollos. El ilusionista más grande del cine escondió los cortes en lugares oscuros de las escenas como, por ejemplo, la chaqueta negra de uno de los personajes.

Con la aparición del cine digital, la utopía de hacer una película entera con plano secuencia se hizo realidad. Un buen ejemplo es "El arca rusa" (2002), de Aleksandr Sokúrov, un paseo de 90 minutos, cargado de personajes y fantasmas, a través del Museo Hermitage de San Petersburgo.

También está la oscarizada "Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)", de Alejandro González Iñárritu, aunque -al igual que Hitchcock- tiene cortes estratégicos. En su última obra, la exuberante "Bardo, falsa crónica de unas cuentas verdades" (estrenada el jueves en Netflix), el director mexicano vuelve a demostrar su gusto por el recurso. Con la intención de ser una suerte de "La dolce vita" del cine mexicano, la película se hunde en sus altas pretensiones y desmesura, pero tiene un par de momentos de asombroso virtuosismo basado en el plano secuencia.

Si el mexicano usa la técnica como lucimiento personal (nadie nunca superará el uso que Orson Welles le dio en el inicio de "Sed de mal", de 1958), dos estrenos recientes le dan un mayor sentido. Una de ellas es "El chef", película independiente británica que aún resiste en algunos cines del país. Un ejercicio en vértigo que sigue al prestigioso chef de un restaurant londinense que debe hacer su trabajo en un entorno hostil, en un momento de crisis personal. El director Philip Barantini diseña un hábil trabajo de cámara que, en tiempo real, nos transmite la desesperación del protagonista, sin cortes ni respiro.

Si hablamos de planos secuencia con sentido e inteligencia debemos mencionar "El castigo", del chileno Matías Bize, crónica inquietante y atenta de una pareja en crisis (Néstor Cantillana y una increíble Antonia Zegers) que enfrenta la desaparición de su hijo en medio de un bosque. El cineasta, que ya ofreció un plano secuencia en su ópera prima "Sábado, una película en tiempo real" (2002), no se limita a generar tensión: sin cortes va desarrollando también el conflicto conyugal y la revelación de distintas facetas de los personajes. La experiencia funciona como un torbellino de emociones y se ve coronado por uno de los finales más memorables del cine chileno reciente. Es el triunfo de una técnica compleja e incombustible.

"El castigo" -del chileno matías bize- es una crónica sobre una pareja en crisis a la que se le pierde un hijo en el bosque.


En resumen

El plano secuencia partió con F.W. Murnau en la cinta "Amanecer". La técnica hoy la retomaron con maestría las cintas "El Chef" y "El Castigo".

Por Andrés Nazarala R.

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