¿Qué nos está pasando? Esa es la pregunta que surge en forma natural cuando sabemos que entre los bomberos, hay corrupción. Que alguno ha cobrado por apagar un incendio. Me resulta increíble que en una institución tan prestigiada, tan querida y admirada, aparezcan desaprensivos que desprecian lo más preciado de la institución: su voluntariado.
Desde siempre, nuestros bomberos se declaran "voluntarios" y lucen con orgullo tal condición. Sin ir más lejos, tras los últimos incendios forestales que arrasaron nuestra geografía, todos renovamos nuestra admiración y les calificamos de "héroes". Incluso, hubo quien pidió que se les dotara de un sueldo por los esfuerzos que hacen y los riesgos que corren. Respondieron con orgullo que no, que su voluntariado es el bien más preciado de la Institución.
Ahora les salpica la mancha porque un grupo pequeño de bomberos cobró por extinguir un incendio. La vergüenza asoma en la inmensa mayoría de los integrantes de esta Institución. Lo mejor, es que dentro de la propia entidad ya se han tomado medidas drásticas y se ha pedido que la autoridad competente sancione con todo el rigor de la Ley.
Si a esto le agregamos el poderoso escándalo descubierto en Carabineros; la vergonzosa auditoría efectuada en el Sindicato de Futbolistas Profesionales (SIFUP); las barbaridades conocidas del Ejército, de la Marina, de la Iglesia, con curas pedófilos; sindicatos en tela de juicio; empresarios que se coluden; comerciantes que especulan aprovechándose de situaciones de tragedias…nos queda la pregunta flotando en el aire: ¿Qué nos está pasando?
Puede ser el sistema en que nos debatimos y que fomenta el consumismo; puede ser la farandulización de la vida cotidiana que nos bombardea desde las pantallas, desde las emisoras radiales o desde el coloriche del papel cuché. Puede que nos afecte la judicialización de la política. Y el imperio del dinero fácil y del caradurismo.
Afortunadamente, en todas estas instituciones hay una enorme mayoría que vive con rectitud, con honestidad, que trabaja con la solidaridad que genera el honor y la visión que produce ser un bien nacido en esta tierra prodigiosa.
Y con ellos, los ciudadanos comunes y corrientes sacaremos adelante nuestro futuro de nación libre, soberana y culta. Actuando con decisión e ideas claras, terminaremos con esta situación que duele. Construiremos el Chile que queremos y el que soñaron nuestros antepasados. El Chile que, simplemente, nos merecemos.
Miguel Ángel San Martín, Periodista.