2020 y los desafíos de la Reforma a las Pensiones
Esperamos, sea aprobada dentro de los primeros meses del año en curso para su pronta implementación.
El incremento de todas las pensiones solidarias en hasta 50% fue un primer paso en el trascendental camino de mejorar las condiciones de cientos de miles de chilenas y chilenos. Pues bien, ahora viene una segunda parte, fundamental para los actuales y futuros jubilados del país, y que exige una revisión desde diversos prismas. Se trata de la Reforma a las Pensiones que impulsamos como Gobierno y que, esperamos, sea aprobada dentro de los primeros meses del año en curso para su pronta implementación.
La iniciativa busca, de manera decidida, beneficiar en lo inmediato a las personas ya pensionadas, con la clase media, mujeres trabajadoras y adultos mayores con dependencia severa en el centro de ella. También, hacerse cargo del cambio sustancial que el sistema de administración de fondos necesita; con más actores involucrados e incidencia de los afiliados en la toma de decisiones.
Todo, entendiendo que, si bien el ahorro individual debe continuar, hay que agregarle solidaridad con sentido colectivo.
Cabe recordar que el Gobierno introdujo una serie de indicaciones a un proyecto de Ley que estaba en el Parlamento desde noviembre de 2018. En lo sustancial, el espíritu de aquella propuesta inicial se mantiene, pero ahora hay puntos que sustentan la urgencia que reviste el tema pensiones: asegurar que nadie quede por debajo de la línea de la pobreza; aumentar el porcentaje de cotización, con cargo al empleador, en 6% bajo la gestión de un ente público (la mitad para un fondo solidario); abrir el sistema a nuevos actores sin fines de lucro; permitir la presencia de los afiliados en los directores de las AFP y otras instancias, entre otros.
Por eso, la discusión legislativa en curso resulta tan relevante para este 2020 y las próximas décadas. En tal contexto, los avances se deben y pueden construir entre todos, ponderando lo mejor para el país según cada posición, pero sin excluir ideas a priori. Confiamos en que esa será la premisa con que actúen los parlamentarios, sin perder de vista que se trata de una reforma técnicamente sustentable y financiable en el tiempo, con un esfuerzo fiscal mayor.
La ciudadanía ha dejado de manifiesto que la primera prioridad en la escala de grandes necesidades es mejorar la realidad previsional de millones de chilenas y chilenos. Y, ciertamente, también entiende que la refundación no es la solución, y sí en cambio las modificaciones profundas al sistema mismo, con colaboración de los que tienen la posibilidad de estar mejor aspectados, sin dejar de considerar el factor generacional.
En los hechos, nos hemos dado cuenta de que hay una cantidad mayoritaria de personas que, aun cotizando el porcentaje legal y esforzándose al máximo por ello, no alcanzan a ahorrar lo suficiente como para tener una pensión digna. Ellos no pueden quedarse solos ni seguir esperando. Sin ir más lejos en nuestra región, por ejemplo, el promedio de las pensiones está en el orden de $130 mil. De aprobarse la reforma, éste subiría considerablemente. También la propuesta abre la posibilidad de retiro de parte de los fondos en el caso de enfermos terminales, algo, hasta ahora, inédito.
La Agenda Social ha evidenciado avances, qué duda cabe, pero de su profundización dependerá, en gran medida, la posibilidad de equiparar la cancha para construir un país más justo y cohesionado, y la Reforma a las Pensiones es piedra angular. Debemos ser capaces de darle forma a un nuevo modelo de Seguridad Social.
Yeniffer Ferrada Canto X, seremi del Trabajo y Previsión Social de Ñuble