Paro de camioneros
Con respecto a la discusión sobre la legitimidad de la paralización de los camioneros, me gustaría evidenciar una vez más la desconexión de la clase política respecto a la realidad chilena. Es lógico que quemar un camión no es equivalente a la muerte de una persona, sin embargo los políticos insisten en restarle importancia a estos hechos por ser daños materiales. Cada vez que uno de estos esenciales vehículos sufren atentados incendiarios, las llamas se llevan consigo el sustento de una familia completa, el correcto funcionamiento de una línea de transporte y la reposición de las estanterías e industrias de decenas de comunas. Despojar a alguien de su fuente de ingresos mediante la violencia es, efectivamente, un atentado a su vida. ¿Hasta cuándo van a insistir que lo único que se está destruyendo son camiones?.
Martín Altamirano N. Fundación Para el Progreso.
Plebiscito
¿Cuál es el apuro de realizar, sí o sí, el plebiscito el 25 de octubre, cuando lo más indicado, lo más cercano a lo que se denomina criterio, sería postergarlo hasta una fecha en que todos los chilenos estén en mejor posición frente a la grave crisis que nos afecta?
En vez de preocuparse tanto de que los contagiados voten sí o sí, deberían aunar todos esos esfuerzos para que Chile entero supere la grave crisis sanitaria, para que todos, absolutamente todos, en igualdad de condiciones, puedan acudir a votar como corresponde y no como algunos pretenden hoy, llevándoles prácticamente la urna, sí, la urna hasta su propia cama de enfermo, como para levantarles el ánimo a los contagiados.
Todo lo anterior sólo demuestra, una vez más, que la Familia Política & Asociados, casi en pleno, está privilegiando sus intereses político-partidistas muy por encima del que tienen hoy los chilenos, que no es ni más ni menos que mantenerse vivos, porque ¿de qué sirve ir a votar si existe un alto riesgo de que se contagie y, en una de esas, de que ni siquiera pueda experimentar en vivo y en directo lo que se logró con su riesgoso voto?
Luis Enrique soler Milla.
Cambios
No soy economista, ni pertenezco a algún partido político, soy un chileno de a pie, normal, cineasta, artista, y como tal, me gusta investigar, escuchar a la gente y percibir la sensibilidad de la calle.
Así como la caída del muro de Berlín grafica el fracaso del comunismo, esta pandemia hace lo mismo con el neoliberalismo. Ha dejado claro que el mercado y su autorregulación no ha sido la solución al grave problema que estamos viviendo. Todos (empresarios y ciudadanos comunes) se han vuelto al Estado para que solucione o ayude a solucionar la situación, y nos hemos encontrado con un Estado raquítico, sin fuerzas y con mucha grasa. Siento que una vez que esto termine, nadie querrá volver atrás. Hay una clase media que está solucionando el trance con sus propios recursos y ahorros (Seguro de Cesantía y 10% AFP). Es cierto que ha habido algunas ayudas del Estado, pero son mínimas (bonos y cajas de alimentos). Esa clase media, que está ahora sufriendo de incertidumbre ante el futuro, no quiere volver atrás. Quiere que las cosas cambien para mejor.
Estamos en lo que en cine se llama punto de quiebre, la historia tiene que dar un giro y avanzar. Como sociedad, el momento es interesante y único, podemos reorientarnos y lanzar al país hacia adelante.
Necesitamos un Estado fuerte y musculoso, no grande y fofo. Que ponga reglas claras y raye bien la cancha para que haya real competencia en el mercado, para que la iniciativa privada se sienta segura y respaldada, con penas del infierno para los corruptos, sean políticos o empresarios. Un Gobierno que nos presente, lidere y enamore con una propuesta de país, con más oportunidades y bienestar para todos, para que dirija nuestro país, a todos nosotros, hacia un futuro mejorx.
Mariano Andrade.
Impuesto
La nueva medida "estrella" que se ha robado el foco -cuando la experiencia ha dejado claro que es una opción muy ineficiente- es el impuesto a los altos patrimonios o, más rimbombantemente nombrado, el "impuesto a los súper ricos". Se trata de un proyecto inconstitucional presentado por la oposición, que busca realizar un gravamen -supuestamente por única vez- a las riquezas que superen los US$ 22 millones, para recaudar teóricamente US$ 6.000 millones y así financiar una 'renta básica'.
Sin embargo, la experiencia internacional nos muestra que no es tan bueno como lo explican. Italia, Alemania, Dinamarca y Grecia han suprimido este tipo de impuestos porque generan más problemas que soluciones. Incluso, Podemos, en España, desistió públicamente de su defensa este año.
Aprendamos de los ejemplos, porque hay una sola cosa más dolorosa que aprender de la experiencia, y es no aprender de ella.
Tomás Orellana Bardavid