Agosto fue el mejor mes en cuanto a cifras de contagios, positividad y decesos por covid-19, lo que demuestra que el proceso de vacunación y las medidas adoptadas han rendido los frutos esperados. Atrás quedan aquellos días en que los contagios se contaban por decenas.

Las autoridades sanitarias están satisfechas, pero su celebración es mesurada porque entienden que aún no se puede festejar el fin de la pandemia. Están conscientes que el virus y sus variantes siguen presentes y se desconoce cómo evolucionará.

Se teme que ocurra algo similar a lo que se vive en Europa o en Israel, donde tras levantar las medidas sanitarias como el uso de mascarilla se produjo un nuevo brote, pero esta vez acompañado con la variante delta. Esto elevó los niveles de contagios y las hospitalizaciones, lo que ha significado retomar las restricciones y reforzar la atención en los centros de salud.

El ministro Enrique Paris ha manifestado su mesurada alegría por la baja en los casos diarios, pero cree que habrá un nuevo brote y que deben estar preparados para la eventualidad. La realidad chilena no debiera ser muy distinta a la de otros países, además que en el desarrollo de la pandemia los patrones del hemisferio norte se han repetido en nuestro país. La opción, y como lo define el ministro, es seguir con el proceso de vacunación y no abandonar el autocuidado. Menos ahora que se viene septiembre y que la gente buscará espacios de celebración no sólo intrahogar, también en lugares abiertos y cerrados de atención al público. En este punto hizo hincapié en la importancia de la vacunación, porque según la información que maneja es posible que un vacunado se contagie, especialmente con la variante delta, pero no sufrirá graves efectos. Incluso han detectado que los pacientes que requieren de atención en las unidades intensivas son los que no están inoculados.

No es momento de cantar victoria, pandemia queda, pero se puede lograr su retirada total si seguimos respetando las medidas de distanciamiento y otras que impiden que el virus se propague. Esa es una tarea que se puede hacer y con ello lograr que los nuevos brotes no sean tan contagiosos.

Jaime Antonio Salgado Albornoz (Talca 1933- Chillán 2020), empleado ferroviario, emprendedor comercial, radiodifusor y poeta. Hijo de Aníbal Salgado Zúñiga, funcionario de Ferrocarriles del Estado y de Diamantina Albornoz. Casado con Laura Amelia (Nelly) Hernández, con quien formó una familia compuesta de cuatro hijos, nueve nietos y tres bisnietos.

La familia Salgado se radicó en Chillán desde el año 1945, donde Jaime desde muy temprana edad comenzó a escribir poesía. Realizó sus primeros estudios en el Colegio Salesiano de Talca y luego continuó en Chillán en la Escuela México y en el Liceo de Hombres.

Salgado fue uno de los socios fundadores del Grupo Literario Ñuble. Fue en el año 1963, cuando junto al profesor Edilberto Domarchi, Shubert Sepúlveda y Pedro Pablo Rivas, formaron esta institución, donde él ocupó el cargo de vicepresidente. Posteriormente, en el año 1976, fue socio fundador de la SECH, Sociedad de escritores de Chile, filial Ñuble, ocupando el cargo de presidente en esa institución y también fue miembro de la Sociedad de Artesanos La Unión, de la cual fue su presidente por varios años, adhiriendo al mutualismo.

Como escritor cultivó el género de la poesía. Según Matías Rafide, la poesía era para Jaime Salgado "…no sólo un problema lírico, sino fundamentalmente ético. Por eso adopta un tono directo, claro y en ocasiones agresivo. Le interesa el hombre y su relación social". La obra literaria que nos ha legado es: Versos a la vida y al amor (1962); Grito y sentimiento (1963); Imágenes y sus voces (1966); Prisioneros de los relojes (1977); Campanas de palo (1983); Semblanza de 35 años (1985); Retro 40 (1992); Arrímense a la mesa del mastique de un cuanto hay (2010). Director de la revista Informativo Literario Cultural de Ñuble y del Boletín SEÑU (Sociedad de Escritores Ñuble).

Entre los escasos reconocimientos recibidos a su trabajo se encuentra el Premio internacional de Poesía Porfirio Barba Jacob, en Colombia, 1987 y un diploma que le entregó en Chillán, el alcalde Aldo Bernucci Díaz, a nombre de la ciudad por su aporte de más de 50 años a las letras y la cultura de la ciudad y de Ñuble; por la publicación de sus obras y por ser miembro fundador del Grupo Literario Ñuble y de la Sociedad de Escritores SECH, filial Ñuble.

El 25 de agosto del año 2020, falleció en Chillán, a la edad de 87 años. Jaime Salgado, a mi juicio, merece un homenaje póstumo de las instituciones literarias de la ciudad de Chillán y una publicación de su obra reunida para la historia literaria regional, como reparación ante la falta de mayores reconocimientos locales en vida.

Como señalaba en su poesía: "Cuando muera, viajaré tranquilo, / algunos llorarán, / obtendré indiferencias y recuerdos de amigos, / así, así me iré de esta vida / mirando el pasado que tuvo de todo / realidad y fantasía".

Alicia Romero

Historiadora