Más de $2 millones se estima que gastan zonas rurales en sus pozos
AGUA. Tanto para riego como también para consumo humano, los pozos resultan aún una alternativa viable en territorios rurales para abastecerse de agua. Explican que el cofinanciamiento es clave.
La escasez hídrica es un fenómeno propio de la sequía que aqueja a buena parte del país, entre ellas la zona central, en la que se sitúa la Región de Ñuble. A raíz de aquello es que no solo los agricultores, sino que también las comunidades, en sus mayorías rurales y/o más aisladas de las zonas urbanas, se valen de diferentes tecnologías -las que varían en su impacto dependiendo de los recursos invertidos- para paliar la problemática y contar no solo con el recurso hídrico para sus predios, sino que también para el uso humano y de consumo de agua potable, lo que decanta en una suerte de 'tarifario' bien variado, que puede ir desde montos que no superan el millón de pesos, hasta pozos más elaborados que demandan una suma más cuantiosa.
La agricultora ganadera de Rucapequén (Chillán Viejo), Natividad Lagos, relató que en su minuto, en tanto usuaria de Indap, dispuso de recursos propios para la realización de pozos zanja (medida de mitigación). "Una persona que tiene su parcela, para ella la única posibilidad que tiene de conseguir agua es a través de un pozo abierto (pozo zanja), o postular a proyectos, que es lo que he estado haciendo", dijo. En rigor, Lagos, al pertenecer a una comuna que está decretada como Zona de Emergencia Agrícola, acudió a recursos estatales a través de un programa para construir un pozo.
Eso sí, la postulación consiste en un incentivo para dejar el agua instalada o 'corriendo'. La inversión alcanzó el monto de $4 millones 200 mil pesos, aun cuando una parte de dicho monto fue proporcionado por la propia chillanvejana. Aquella es la manera para paliar la sequía por parte de Natividad Lagos, agricultora que desde hace nueve años se ha debido interiorizar en la materia, describiendo así que el valor dependerá del material en el que se encamisa el pozo.
Si es de PVC dicho encamisado, el costo alcanza cerca de $65 mil pesos más IVA el metro perforado; si se encamisa en acero carbono, el costo es de $90 mil pesos más IVA por metro perforado. Esto, sin contar una bomba. Así, en caso de encamisar la perforación con PVC, sumando el IVA, un pozo de 30 metros de profundidad podría alcanzar los $3 millones de pesos, solo por el pozo, aun cuando para su implementación, que por ejemplo podría considerar una torre de agua, el monto final podría superar los $4 millones 200 mil pesos.
Agricultores
Mariano Mondaca, agricultor cerecero, dio a conocer una situación similar. Explicó que en su mayoría suele comprar, por experiencia, tubos PVC de 4 pulgadas para llevar adelante acumuladores de agua. La bomba, en tanto, podría ser una de 2 pulgadas para mayor eficiencia, quedando así en el tubo una "noria, para hacer un acumulador de agua. Esto se supone que llega más rápido a la napa (…) La cantidad de miles de litros de capacidad de un pozo de esas características es relativo, pero mire, hay un pozo del que sé que tiene 58 metros de profundidad, un pozo así da 2 litros por segundo, y se pueden regar dos hectáreas", dijo.
El agricultor explicó que la relación es de un litro cúbico por hectárea en cuanto a la rendición. En ese sentido, si bien se usa normalmente para fines de trabajo en tierra, añadió que "son los arranques de agua potable los que se suelen usar para el consumo humano. La verdad es que los precios son bien relativos, pero las inversiones son millonarias. Ahora, si lo que se quiere es tener un estimado de precios para saber cuánto gastar para un pozo consistente, hay que contar a lo menos con unos $3 millones de pesos, ahora, dependiendo de la bomba y el tipo de implementación que se deje, diría que me quedo corto y el gasto podría aumentar".