Soledad y abandono
Hace pocos días, un equipo de salud de la Municipalidad de Chiguayante encontró sin vida a un joven de 26 años que estaba postrado, y a su padre de 57 años, ambos encerrados entre las cuatro paredes de una casa que respiraba soledad.
¿Hace falta que los más vulnerables griten para que escuchemos que se están muriendo? Hoy sabemos que Alejandro, un hombre dedicado al cuidado de su hijo, murió producto de un infarto, mientras que su hijo, Francisco, falleció de inanición, debido al abandono y la falta de cuidado.
Tal vez partieron en silencio. Tal vez gritaron, pidiendo ayuda. La realidad es que nadie escuchó nada. Hablamos de una tragedia que revela la fragilidad de las personas postradas y vulnerables, que lejos de "ser un hecho aislado", ejemplifica una realidad incómoda de la que no se habla. Me refiero a la vida de las personas excluidas que no se valen por sí mismas, así como el estrés y la fragilidad del cuidador.
De ellos, casi el 70% padece del "síndrome del cuidador", un estado de profundo desgaste físico, emocional y mental, experimentando irritabilidad, dificultades en la concentración, culpabilidad. Como Alejandro, quien cuidaba solo a su hijo desde hace años.
Si bien nuestros programas de Apoyos Familiares Domiciliarios (Pafam), del Hogar de Cristo, hacen hasta lo imposible para llegar a las personas postradas y sus cuidadores, no dan abasto. Acá vemos los síntomas: personas que se sienten solas, cuidadores que también han contraído enfermedades; exhaustos y cansados de cuidar a otros, dejándose de cuidar a sí mismos.
¿No aprendimos nada de la pandemia? Dónde quedó el preguntarnos por aquella persona que no se puede conectar, o averiguar del adulto mayor que está solo, o de aquel vecino que nunca conocimos… Es tiempo de generar alternativas de desarrollo a la altura de los derechos humanos de cada persona y de la dignidad de nuestro destino común.
La soledad solo puede curarse con una medicina: la compañía, la atención, el cuidado.
Cecilia Ponce, subdirectora de Operaciones Sociales del Hogar de Cristo.
Putin
Resulta sorprendente conocer las habilidades y destrezas de Vladimir Putin como líder de una nación tan poderosa como Rusia. Pero me detendré en su particular forma de diálogo e imposición de sus ideas y la defensa de ellas. Señalan especialistas que no titubea incluso para ridiculizar a sus colaboradores más cercanos cuando en algo no está de acuerdo.
Ello habla de una salud mental desgastada, vacilante y temeraria, solo propia de un dictador, razones más que suficientes para crear y hacer una guerra sin sentido y que solo él justifica. ¿Cuántos locos más y enfermos mentales están gobernado el mundo en la actualidad?
Me imagino cuál habría sido la reacción del anterior Presidente de Estados Unidos, muy a pesar que Ucrania no pertenezca a la OTAN. La solidaridad mundial a los ucranianos y el rechazo universal a Putin es al menos una buena señal. Ojalá así sea.
Eduardo Nievas Muñoz
Experiencia laboral
De acuerdo a varios estudios en la materia, una de las principales razones por las cuales los jóvenes tienen dificultades de insertarse en el mercado del trabajo es la falta de experiencia laboral. A ello se suman, también, otros factores como la ausencia de preparación y la escasez de información sobre las oportunidades de empleos existentes. Si bien esta falta de experiencia juega en contra al momento de postular a un empleo, existen varias maneras de disminuir los efectos negativos de aquello y resaltar otras fortalezas que, en cambio, aporten valor.
En este contexto, algunas recomendaciones para atenuar la inexperiencia profesional y, a la vez, destacar otras fortalezas y/o habilidades son las siguientes: calificaciones y premios recibidos e intercambios educacionales realizados; desempeño de ayudantías; asistencia a charlas y/o seminarios complementarios a los estudios que se tienen; pertenencia a grupos de interés o de voluntariado; emprendimientos realizados; manejo de tecnologías; dominio de un segundo idioma; viajes realizados al extranjero por aventura; práctica(s) profesional(es); y uso de referencias. Pronunciar frases hechas como, por ejemplo, "soy proactivo, orientado a metas o tengo capacidad para trabajar en equipo", sin que se pueda respaldar aquello con hechos concretos, no ayuda mucho en una entrevista de trabajo. Lo mejor es, entonces, demostrar con acciones reales y comprobables ciertos hechos o habilidades que pueden sumar valor frente a la escasa o nula experiencia laboral.
Andrés Cardemil, director de HumanNet