Recientemente se conmemoró el Día Mundial de la Eficiencia Energética, día que cada año cobra más importancia, de cara a los objetivos establecidos por las comunidades internacionales y organizaciones mundiales, que velan por mejorar las condiciones planetarias, en materia de cambio climático, escases hídrica y eficiencia planetaria.
A raíz de estos objetivos, es que se han firmado acuerdos como el tratado de Paris, el que se ratifica en los encuentros mundiales, apoyados por la agenda 2030 impulsada por la ONU y el foro económico mundial, principales actores en promulgar la importancia en la generación de nuevas energías, renovables, que convivan con el medio ambiente.
Estas directrices y acuerdos los podemos observar en el plan regulador de eficiencia energética nacional, el cual tiene un plazo de ejecución entre el 2022 y 2050, donde vemos desafíos ligados a la electro movilidad, eficiencia en la generación de energía y en la transmisión energética, así como en la distribución, lo que converge en poder identificar las brechas entre la generación de energía verde vs el consumo energético. Sin dejar de lado el impacto positivo que llevará a las industrias como la minera, logística e incluso inmobiliaria a transformar sus cadenas de valores, entorno a eficientar sus procesos que se relacionen al consumo energético.
Este plan está monitoreado y ejecutado por el Ministerio de Energía, la Comisión Nacional de Energía (CNE), y el Coordinador Eléctrico (CEN), en colaboración con instituciones como la Asociación Gremial de Generadoras, Transmisoras y Distribuidoras, entre otras.
En la actualidad, justamente con la vigencia de la Ley de Eficiencia Energética (publicada hace un año), cuyo principal objetivo es reducir en al menos el 60% de las emisiones de CO2 para el 2030, observamos que existen brechas y espacios profundos que precisan detallar los márgenes con que las empresas e instituciones deberán ceñirse.
Lo que es claro, es que la tecnología pasa a tomar un rol muy relevante y protagónico en lo que busca de fondo esta ley, y que es eficientar la producción y el consumo. Para esto, se requiere de un trabajo público - privado, donde la interacción será clave para dar curso a iniciativas que permitan la eficiencia energética. Ahora bien, el rol de la nueva administración de gobierno será fundamental. Evidentemente, esta normativa será una de las principales políticas públicas que va a llevar a Chile a un plano de crecimiento y posicionamiento regional relevante en esta temática.
El desafío es tremendo, pero realizable. Aquellos aspectos como la inversión, sumado a la capacidad de "mano de obra especializada", son importantes, pero el punto clave, es utilizar tecnología innovadora y de vanguardia que apalanque estos retos. Y es que el fin no es más que dejar un mundo mejor para las siguientes generaciones.
David Moreira
Sales Manager SOAINT Chile