La audición es el sentido con el que percibimos los sonidos que nos rodean, a través de ella nos relacionamos con nuestro entorno, recibimos los mensajes del medio, nos comunicamos con los demás, y nos permite adquirir conocimientos.
A la pérdida de la audición se le denomina hipoacusia, condición en la cual se produce una disminución parcial o total en la capacidad para detectar ciertas frecuencias e intensidades del sonido (MINSAL, 2019). Dicha pérdida auditiva puede ser congénita o adquirida, uni o bilateral, cuya prevalencia - como constata la Organización Mundial de la Salud (OMS)- se asocia fuertemente con la edad, lo que en Chile debe preocupar dado el aumento de la población mayor de 60 años, lo que incidiría en la prevalencia.
Las enfermedades del oído representan el 31,4% de las personas mayores de 18 años con discapacidad (Senadis, 2015), siendo la hipoacusia sensorioneural bilateral profunda la tercera causa de discapacidad en Chile.
En el caso de la hipoacusia en la infancia, un 60% de éstas son producidas por causas prevenibles, principalmente, por infecciones connatales o de la infancia, tales como: parotiditis, rubéola, meningitis, sarampión e infecciones del oído, uso de drogas ototóxicas, y por causas relacionadas al nacimiento, como prematuréz, bajo peso al nacer, hiperbilirrubinemia y complicaciones del parto.
En adultos, la exposición a ruidos fuertes ocupa un rol esencial como agente de riesgo. Otros factores son las infecciones crónicas de oído y ototóxicos. Según la Superintendencia de Seguridad Social, desde el año 2017 al 2019, el diagnóstico audiológico es el tercero de las denuncias por enfermedad profesional.
Por ello, la importancia de la detección oportuna de la hipoacusia congénita radica en que el diagnóstico tardío impacta en el desarrollo del lenguaje, en las habilidades de comunicación, y en el desarrollo cognitivo y social de las personas, ya que pérdidas auditivas no detectadas -y no intervenidas- impedirán el desarrollo adecuado del lenguaje y del conocimiento (Yoshinaga, 2003).
En relación con el tamizaje auditivo en adultos, la evidencia muestra que los adultos presentan una mejor respuesta al tratamiento. Por otro lado, los profesionales de atención primaria a menudo son los primeros en identificar la hipoacusia y juegan un rol importante para la detección y referencia de personas para tratamiento.
Mónica Schnettler Hagedorn
Académica de Fonoaudiología de la U. San Sebastián