En la conmemoración de un nuevo mes de concientización del cáncer de mama, hoy nos enfrentamos nuevamente a la necesidad de reavivar y reiterar con fuerza el llamado hacia la detección precoz de esta enfermedad. Una invitación concreta y directa que no sólo debe nacer desde la comunidad médica, sino también desde la sociedad civil. Sí, todos podemos jugar un rol fundamental en la educación de esta patología y, en especial, en la movilización de las mujeres. ¿Cómo? Hablando sobre ella, recordándoles su control mamográfico anual, desde los 40 años, o la visita a su matrona y/o especialista.
Anualmente, más de 1.600 mujeres pierden la vida por cáncer de mama en Chile, según proyecciones de Globocan. Una enfermedad que, detectada precozmente, se puede tratar y en 9 de cada 10 casos, incluso se podría curar. ¿Cómo entender entonces que, a pesar de una buena sobrevida, continúe siendo la primera causa de muerte por cáncer en mujeres de nuestro país?
Lamentablemente, por la combinación de diversos factores, como falta de acceso, de políticas públicas que aseguren programas de screening mamario para mujeres en edad de riesgo -hoy el Estado garantiza en la salud pública una mamografía gratuita cada tres años entre los 50 y 69 años-, ruralidad, aspectos económicos y culturales. Variables que por cierto requieren con urgencia del compromiso y acción del sector político, empresarial y social.
Una cruzada en la que se sumen todos para seguir acercando la mamografía a los sectores más rurales y vulnerables, a través de operativos móviles, como también estableciendo un programa nacional de screening mamario, aumentando la continuidad -cada dos años en vez de tres-, y disminuyendo la edad de cobertura. Si bien la mayor incidencia y mortalidad se da entre los 50 y 69 años, el cáncer de mama se puede presentar desde los 40 años, e incluso en personas menores.
Pero más allá de lo político y económico, también está lo educacional, pilar fundamental en la concientización y desarrollo de una cultura proactiva del cuidado de la salud. Necesitamos seguir reforzando diariamente mensajes orientados a la detección precoz, como que la mamografía es el principal examen de detección precoz desde los 40 años y que no se puede reemplazar. Que no hay que esperar a sentir algo extraño en una mama, porque podríamos estar llegando tarde. Que debemos preocuparnos siempre, porque el 85% de los cánceres de mama se da en mujeres sin antecedentes familiares directos, y que por el sólo hecho de ser mujer, 1 de cada 8 lo desarrollaremos en nuestra vida.
Verónica Toledo, cirujana oncóloga de mama
de la Fundación Arturo López Pérez