Consejos del Quijote
Esta semana estuvo en Chile Felipe González quien fue por diez años presidente del gobierno español. Se trata de una de las figuras claves de la modernización de España, que protagonizó episodios clave de la historia contemporánea y de la izquierda europea. Gobernó entre 1982 y 1996.
Se mostró conmocionado -insistió en ello todas las veces que intervino- por el asesinato de los tres carabineros. Su reacción no solo era producto de la conmiseración-el tipo de reacción que uno tiene frente al sufrimiento ajeno- sino también política. Y es que sabe de qué se trata todo esto. Cuando gobernó debió hacer frente al terrorismo de ETA que amenazó a la democracia y al estado español.
Por eso quizá sea útil atender a lo que dijo.
Porque entre esas cosas que dijo y que vale la pena retener, hay algunas especialmente apelativas para el momento que vive Chile.
La izquierda explicó el expresidente González, arriesga estar presa del fantasma de la dictadura, de la creencia que el orden y la fuerza del Estado son enemigos a los que hay que combatir, fuerzas oscuras que hacen amarga la vida e impiden la democracia. Esa creencia le impide asumir los deberes del estado que consisten, ante todo, en asegurar el monopolio de la fuerza y ejercerla allí donde se la dispute o cuando la violencia amenace enseñorearse de la vida cívica. Se tiene el estado no solo para realizar ideales, a veces abstractos y muy lejanos para lograrlos sino primero y sobre todo para hacer la vida vivible. Un gobernante que tiene en sus manos el monopolio de la fuerza que el estado reúne, no debe olvidarlo.
Pero no es solo eso. Eso ya sería suficiente; pero hay más.
Sin seguridad dijo el presidente González, no hay libertad posible. La victima de la violencia no son solo esas vidas sesgadas y esos cuerpos maltratados, es ante todo la libertad que consiste en bienes tan básicos (de los que muchos chilenos se han visto privados) de transitar por donde plazca, de sentarse en un plaza o esperar a los hijos por la noche sin el temor que un disparo pavoroso interrumpa la vida. Saber producir orden y conferir seguridad es la base de una sociedad libre.
"La libertad -subrayó- no existe sin seguridad".
Comprendió eso desde muy temprano. Recordó que al ganar las elecciones y suceder a Suárez, Manuel Fraga le pronosticó que un gobierno de izquierda duraría poco derrotado -como ya le había ocurrido a la república- por el orden público y la inflación, el desorden en la calle y en la economía. Pero el socialismo español había aprendido la lección y cuidó ambas cosas. Y lo hizo procurando que los deberes del estado se cumplieran con escrúpulo, con rigor, con pleno apego a la constitución; pero con rigor.
Ha sido el gobierno más largo de España luego de la dictadura.
El presidente González solía viajar llevando consigo un ejemplar del Quijote impreso en papel biblia. Y solía entonces repasar las palabras con las que el Quijote aconsejó a Sancho cuando se hizo cargo de la ínsula de Batararia: si has de dictar leyes Sancho que sean pocas; pero que se cumplan.
Y en estos días en que el país padece la violencia resumida en esos crímenes contra los carabineros, y se dispone a hacerle frente empuñando un puñado de leyes, ese consejo del Quijote que González recuerda nunca fue más oportuno. Sí, hay que preocuparse de dictar leyes; pero ante todo preocuparse de que se cumplan , que las leyes que no se guardan, dice el Quijote, es lo mismo que si no fuesen.