El Ataque Cerebrovascular (ACV) es una de las primeras causas de muerte y discapacidad en nuestro país. Es por esto que especialistas médicos se han visto en la necesidad de informar y educar acerca de sus síntomas, tratamientos y posibilidades de prevención. Uno de los motivos de este inquietante pronóstico, es que una parte importante de la población no logra reconocer los síntomas y no se dirige a tiempo al centro de salud más cercano, sin saber que la atención médica oportuna puede prevenir daños cerebrales mayores o secuelas neurológicas e incluso la muerte.

Cada mes de octubre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Ataque Cerebrovascular, fecha indicada para recordar la gravedad de esta patología. Es por esto que lo primero que debe saber es que el ACV se produce cuando hay una interrupción del suministro de sangre al cerebro - ACV Isquémico- o cuando existe un sangrado en él- ACV Hemorrágico.

El estudio llamado "Reconocimiento y toma de decisiones sobre síntomas y factores de riesgo del ACV en población chilena", liderado por los neurólogos Víctor Navia, Enrico Mazzón y Paula Muñoz, con el respaldo del ICIM UDD, incluyó a más de 700 personas de población urbana y rural representativa de las 16 regiones del país y da a conocer datos que permiten mostrar el poco reconocimiento de las personas de los principales síntomas de un Ataque Cerebrovascular, tales como: un 74 % de las personas reconocieron correctamente al menos 1 síntoma, pero solo el 6 % distinguieron los 3 síntomas de la escala FAST.

Para este año, la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile, en conjunto a centros de salud públicos y privados, y con el apoyo del Ministerio de Salud y Fonasa, está realizando una nueva campaña preventiva digital bajo el slogan "Un ACV es cosa de tiempo. Identifícalo. Apúrate #QueNoTePille". Es importante tomar resguardos sobre esta grave enfermedad y acudir inmediatamente a una atención médica en caso de sufrir algún síntoma.

La última vez que ponía unas letras en esta columna, lo hacía gritando por las fiestas patrias: ¡viva Chile, mi hermano extranjero! Lamentablemente luego hemos sido todos testigos de la situación que se está dando en el norte de nuestro país. No se trata de buscar culpables sino de revisar las causas y, a la luz de la fe, darle un enfoque cristiano a la situación de todas las partes. En el centro del Evangelio de Lucas, en el capítulo 10, se narra la parábola del Buen Samaritano. No está en el centro por casualidad, sino por su importancia, es el compendio del proyecto de vida para cualquier discípulo misionero de Jesús de Nazaret.

Nuestra realidad es bien parecida, desde un país de más al norte, lo mismo que Samaría y Judea, bajaba un hombre. Y tantos son los que bajan hoy… A éste lo apalearon y lo robaron, y lo dejaron tirado al borde del camino. A casi la totalidad de nuestros hermanos venezolanos, los roban descaradamente, con lo que les cobran para hacerlos llegar a Chile por pasos no habilitados, además de tantos como mueren el desierto sin ni siquiera poder llegar a ver la tierra prometida. Debido al cansancio y a las dificultades por el frío, el desierto, la falta de lo más esencial, muchas veces se ven obligados a dejar en el camino las pocas pertenencias que traen, y peor aún, muchas veces dejan en medio del desierto a seres humanos, que fallecen ante las duras condiciones. Son robados y apaleados, y algunos muertos…

Llegados a tierra extranjera, como María y José con el Niño, no tienen donde cobijarse, quedan en establos, carpas en la calle, con sus pequeños que muchas veces no tienen más que meses de vida. Y para más, los han atacado, robado y quemado sus pocas pertenencias. Y a los buenos samaritanos que se han hecho prójimos-próximos de éstos hermanos, también los han atacado. Lo más indignante con niños en medio, contemplando el espectáculo de la violencia y el racismo mal fundado.

Es cierto, y no quiero ser subjetiva, que, aprovechando estos pasos de migración, ha entrado también el que lo ha hecho con intenciones bien distintas a la mayoría de ellos, pero no podemos hacer pagar justos por pecadores.

Muchos se harán la pregunta que hizo aquel joven cumplidor de la Ley a Jesús, ante estos hermanos: ¿Quién es mi prójimo? No quizás sin cierta hipocresía, pues ya sabemos la respuesta, o quizás buscando la aprobación de otra idea. Pero Jesús dijo alto y claro lo mismo que hoy nos repite; se hace prójimo o próximo el que actúa con misericordia, ahora ve y haz tú lo mismo. Éste es el llamado a cada uno de nosotros a hacernos prójimos del otro para lo cual es necesario, o lo cual se expresa desde la misericordia. Pero previo a la misma hay que romper prejuicios o falsas ideas, que muchas veces nos intentan meter desde fuera.

Reconozco también que lo que más urge son políticas que den solución a esta presión que se ejerce, políticas internacionales porque en todas partes se sabe por qué están huyendo de su país, y políticas aquí, para aliviar un peso y presión que está sufriendo la población y que hace que se exasperen los ánimos y salgan por dónde nunca deberían salir. Tengamos en cuenta que siempre hay quien maneja a las masas en estas situaciones, no para que persigan un supuesto objetivo, sino para sacar beneficio.

Por lo tanto, el primer paso para ser prójimo va a pasar por estar bien formado y no dejarse arrastrar, por muchos que las condiciones ambientales, parezcan dar la razón a unos pocos, que en verdad no buscan sino su interés.

La pena hay políticos, que pueden hacer mucho más, como podían el levita y el sacerdote, han preferido, ya no sólo pasar de largo, como lo hicieron estos en la parábola, sino que lo han usado con fines propagandísticos, no podemos perder de vista las elecciones de noviembre…

Jesús sigue gritando: Prójimo es el que actúa con misericordia, ve y haz tú lo mismo.

Hna. Marta García Gómez

Religiosa dominica.

Eunice Odio, poeta costarricense, de alguna forma olvidada en eso que llaman abismo. Su poesía virtuosa, hondamente metafísica continúa vigente (luminosamente vigente) y que hoy, gracias a esta selección del editor Vicente Undurraga a través de La Pollera Ediciones, rescata 25 poemas de la autora, con un prólogo exquisito y revelador. La poesía de Eunice Odio, se funde con la claridad de los paisajes que habita y el mundo que baja al desamparo absoluto. La fraternidad con otros artistas, va sucediendo de forma orgánica, consecuencia de lazos y amor inagotables. De alguna manera su poesía me sabe (en algunos trazos) a la de Rojas y a Vallejo, esa sensación en que la voz del espíritu fuera el hablante lírico y no la cuerda fisiológica de la garganta o de la respiración sonora con sus pausas. Uno de los poemas, el más extenso de todos en este libro es En la vida y en la muerte de Rosamel del Valle, y algo ocurre en este diálogo que se funde entre Teresa, Orfeo (Rosamel) Lilith e incluso el mismo Humberto Díaz-Casanueva.

El vértigo del verso libre, produce un diálogo íntimo, que conecta la belleza de la palabra en la más sublime síntesis de la vida y de la muerte. Los poemas de Eunice se encarnan en los oídos, se tatúan en los brazos y en el corazón, como en el Cantar de los Cantares: "Grábame como un tatuaje sobre tu brazo, como un tatuaje en tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte y la pasión, tenaz como el infierno".

Epígrafes sacados de la Biblia (sin fundamentalismo ni beatería insana) muchos de sus poemas de engarzan a lo sagrado, orillando el pulso de Dios en sus comienzos, sosteniendo el fuego que la devora y mantiene. Eunice no es para el olvido ni para la muerte: "En realidad,/ cuando empezamos a saber que la noche y el día eternos/ son nuestro cuerpo iluminado/ y que todo es en él, en ellos y en todas las formas/ terrestres,/ y en las celestes que velan guardando sus llamas,/ morimos y resucitamos al tercer día entre los muertos/ bajo la tempestad./ Esto es nacer o despertar,/ser hijo de sí mismo./ Es el segundo alumbramiento".

Laura Daza Editora independiente