Facilitadores electorales
Esta figura, que debutó en el plebiscito de 2020 producto de la pandemia, ha sido un evidente aporte a los comicios que quizás deba ya mantenerse en el futuro. Mientras los vocales de mesa cautelan el proceso electoral en sí en cada una de las mesas, los facilitadores han sido de gran ayuda en la concurrencia.
A una semana ya del proceso electoral en que resultó vencedor Gabriel Boric sobre José Antonio Kast, quedan varias peculiaridades dignas de destacar, además del ya comentado comienzo de un nuevo ciclo político respecto del cual hay abundantes expectativas. Con claridad, los electores fueron nuevamente los protagonistas. Pero el desarrollo del día en cada uno de los 2.700 locales de votación repartidos en todo Chile no habría sido posible sin el esfuerzo coordinado de efectivos de seguridad, funcionarios públicos y los equipos del Servicio Electoral y su personal de enlace (Pese).
Mención aparte merecen los ciudadanos que asumen roles especiales. En primer lugar los vocales, que sumaron 46.639 personas; y en segundo término, es necesario resaltar a los más de 15 mil facilitadores desplegados a lo largo del país.
Este último grupo es de reciente aparición en el escenario electoral nacional. Trabajó por primera vez durante el plebiscito de 2020 y, desde entonces, se ha convertido en una pieza importante considerando la situación de pandemia en que se ha desarrollado la intensa actividad electoral de los últimos dos años.
Se trata de particulares que reciben un promedio de 70 mil pesos como retribución por su labor del día y que deben cumplir requisitos (mayor de 18 años, sin militancia política ni antecedentes penales), además de capacitarse. Las primeras postulaciones para ejercer estas funciones se hicieron en septiembre del año pasado y el Servel recibió entonces más de 150 mil solicitudes; diez veces más de los cupos disponibles.
En promedio ha habido cinco facilitadores por cada local a nivel país, principalmente jóvenes, quienes han cumplido con las tareas de prevención, información y colaboración con personas que lo requieran, junto con hacer más expedito el ejercicio de concurrir a sufragar, sobre todo ordenando filas en los momentos de mayor aglomeración.
Su presencia ha sido positiva en esos aspectos prácticos inmediatos; pero también desde la perspectiva de sumar sociedad civil en la actividad básica del ejercicio democrático. Mirado así, quizás resultaría favorable que este esquema se mantuviera en el tiempo, como herencia positiva de la dura crisis sanitaria.