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DiCaprio asegura que el plebiscito que hará Ecuador sobre el petróleo es "histórico"

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El actor estadounidense Leonardo DiCaprio manifestó su respaldo a que los ecuatorianos voten a favor de detener la extracción de petróleo del Bloque 43-ITT, uno de los yacimientos más importantes de Ecuador, situado en el Parque Nacional Yasuní, en la Amazonía ecuatoriana.

DiCaprio, conocido también por su activismo a favor del medio ambiente, remarcó que el plebiscito del próximo 20 de agosto, en coincidencia con las elecciones generales extraordinarias, es el primero de su tipo en el mundo.

"Ecuador podría convertirse en un ejemplo de democratización de políticas medioambientales, al ofrecer la oportunidad de votar no sólo por la selva, sino también por los derechos indígenas, nuestro clima y el bienestar de nuestro planeta", dijo DiCaprio.

Para el actor, "el pueblo de Ecuador tiene una oportunidad histórica de proteger una significante porción de la selva del Yasuní", un área natural protegida de un millón de hectáreas que alberga más de 2.000 especies de árboles y arbustos, 204 de mamíferos, 610 de aves, 121 de reptiles, 150 de anfibios y más de 250 de peces.

Explicó que el Yasuní es un epicentro global de biodiversidad y también el hogar de algunos de los últimos pueblos indígenas en aislamiento voluntario, como los tagaeri, taromenane y dugakaeri.

"Todavía este lugar irreemplazable, su gente y su vida salvaje están amenazados por la industria del petróleo", señaló DiCaprio sobre los planes de la empresa estatal Petroecuador de aumentar la producción del Bloque 43-ITT en su campo de Ishpingo, el más cercano a la zona intangible exclusiva para pueblos indígenas.

La consulta sólo se ceñirá al Bloque 43-ITT, el más reciente en entrar en operación en el Yasuní en 2016, donde se extrae crudo desde los años 80.

Del Bloque 43-ITT, operado por la estatal Petroecuador, se extraen diariamente unos 55.000 barriles de petróleo, lo que equivale al 11% de la producción nacional, que ronda los 480.000 barriles diarios.

De acuerdo a la empresa, el perjuicio para el Estado en caso de cesar la extracción de crudo será de 1.200 millones de dólares al año y de 13.800 millones de dólares en 20 años, cifras que no comparten los ambientalistas.

Imogen Napper, la joven científica que le declaró la guerra al plástico

REINO UNIDO. Con solo 24 años logró poner en el debate público el problema de las micropartículas en los limpiadores faciales. También desenmascaró a las firmas que decían hacer bolsas biodegradables que no eran tales. Ahora va por el espacio.
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Agencias

Imogen Napper cuenta que su frase favorita desde chica siempre fue "¿por qué?". La científica marina británica, que logró con tan solo 24 años colocar en el debate político del Reino Unido el problema de las micropartículas presentes en los limpiadores faciales, se ha pasado la última década investigando la contaminación del plástico, obsesión que atribuye a su curiosidad natural y a su estrecha relación con el mar.

Esta científica marina creció en Clifton, una ciudad cerca de la costa donde, precisa, "el agua del mar no es azul, es café; no hay sol, sino que llueve; y la comida es pescado con papas fritas. Pero me encantaba, siempre pude explorar en las rocas y eso me dio esta gran pasión por el océano que me ha empujado hacia adelante".

La acumulación de plástico que Napper se encontraba en ese entorno que de pequeña veneraba la llevó a preguntarse de dónde venía toda aquella contaminación marina y cómo podía frenarla, señala en una entrevista a Efe en Mónaco, donde la también "exploradora" de National Geographic participa en un programa de liderazgo climático y ambiental organizado por la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco.

"Así que transformé mi curiosidad en investigación", prosigue Napper. El resultado de sus horas de encierro en los laboratorios de la Universidad de Plymouth, ligado a una fuerte comunicación en redes sociales basada en sus estudios, se tradujo en que en 2016 el gobierno de Reino Unido anunciara la prohibición del uso de micropartículas en los exfoliantes faciales, una medida pionera que en ese momento habían propuesto pocos países (entre ellos, Estados Unidos).

EXFOLIANTE FACIAL, ClAVE

"Nadie sabía cuántas micropartículas podía haber en esos envases de exfoliante facial. Nosotros lo investigamos y descubrimos que un solo frasco podía contener hasta tres millones, lo que equivaldría a miles en el cuadrado de una mano que podrían irse por el desagüe y, a través de los sistemas de tratamiento de aguas residuales, llegar potencialmente a nuestros océanos", explica.

"Creo que debí de parecer una loca, porque iba a los supermercados y tiendas de todo Reino Unido y compraba unos 20 exfoliantes faciales donde iba. La gente quizá pensaba que yo sólo quería estar muy limpia, pero en realidad los estaba examinando en el laboratorio", recuerda.

El mérito que se le atribuye a Napper y a su equipo no consiste sólo en haber hallado esos resultados, sino en su capacidad de acercar las pruebas científicas a la población de Reino Unido y alcanzar incluso los debates parlamentarios.

Si los científicos, acostumbrados a un lenguaje muy técnico, se suelen encontrar con una barrera al comunicar la importancia de sus investigaciones al público, ser tan joven como Napper -entonces 24 años- no fue precisamente una ventaja, pero se hizo con la credibilidad de los consumidores, la industria y el Gobierno tras pasar meses, e incluso años, analizando esos plásticos "sólo para ser tomada en serio".

Cercanía con la gente

¿Por qué, entre todos los estudios científicos que se publican, y entre los comunicados que lanzan a diario las organizaciones ecologistas, los hallazgos de esta investigadora tuvieron tal impacto en la política nacional? Para Napper, la clave está en "hacer que estos asuntos resulten cercanos" a la gente.

"Todos nos lavamos la cara, y quizá todos compremos cosméticos", así que dejar de usar productos que liberen plásticos hacia los océanos es para esta activista "un cambio muy sencillo que se puede hacer en el día a día -optar por una alternativa natural, que tiene el mismo precio o es incluso es más barata en la mayoría de los casos- y con el que se puede evitar que cientos de miles de micropartículas se vayan por el desagüe cada semana".

Engaño biodegradable

Más tarde, Napper decidió averiguar qué tan sostenibles eran en realidad las bolsas de plástico que se anunciaban como biodegradables y cuánto tardaban en desintegrarse. En 2019 demostró que esas bolsas podían seguir soportando el peso de toda una compra de supermercado tras llevar hasta tres años bajo tierra.

Aquí se encontró mayores problemas para convencer a la industria, pues "no es un cambio tan rápido y fácil" como el de evitar micropartículas en los exfoliantes, sostiene Napper, ya que "las empresas está intentando generar dinero con estas bolsas biodegradables" que en realidad, según comprobó su estudio, "no lo son".

"En la investigación nombramos a las empresas por una cuestión de transparencia, pero no lo hicimos en la prensa; y aún así nos enfrentamos a dos grandes demandas contra nosotros por esa investigación", cuenta la investigadora, que tuvo que prorrogar su doctorado seis meses más por estos encontrones con las compañías.

Ahora la especialista centra sus estudios en la contaminación de la órbita terrestre, para evitar que se repitan "los mismos errores que hemos cometido con los océanos", convertidos durante décadas en los vertederos de la humanidad.