Hace unos días, Chillán celebraba una fiesta desde la personal condición virtual, en las presentaciones de libros de Camilo Ortiz, Fernando May, Elgar Utreras y Maritza Aburto. Digo fiesta, ya que publicar en estos tiempos, ha sido toda una odisea y un gran motivo de celebración pese a la adversidad coronada por el virus. Tal cual como lo fue para Marta Brunet, que hoy vuelve a la vida a través de los ojos de Cynthia Rimsky, en una selección única, de gran valor literario con un prólogo exquisito a modo de carta en que ambas escritoras nacionales logran conectar y situar al lector en la trama que se abre como recuerdos de un pasado no tan lejano, que al unísono va produciendo un frio conmovedor.
Cuentos escogidos, es una selección de cuentos de la escritora Marta Brunet, una de las mas representativas y elogiadas a principios del siglo XX con una obra de casi 2000 páginas, de las cuales muchas fueron otorgadas por la historiadora Alicia Romero, esas mismas que cuidadosamente fueron revisadas por Rimsky y de las cuales se desprende este libro ensombrecido por el dolor y la visión de paisajes sureños que acompañan la incisiva narrativa de Brunet, quien, con un vocabulario impecable y a través de su prosa poética nos transporta al interior de cada personaje, hurgueteando en la intimidad de la sangre, la soledad y la locura, descritas en narraciones como: Gabriela, La soledad de la sangre y Los niños, este último, (una fina biografía de Brunet) porque bien vale decir que las escritoras no juegan con muñecas.
Curioso fue descubrir en estas narraciones, afinadas por personajes femeninos que se contraponen completamente a su época, tomando siempre el control o bien descontrolándose si la ocasión lo amerita, algunos cuentos como: Ana María y La niña que quiso ser estampa, lo que registran con pavor el suicidio infantil, producido por la vergüenza y la soledad, cuentos que responden a una realidad inmediata y casi ciega, detonada por los mismos dolores y ausencias que padecen los niños en pleno siglo XXI.
Leer a Brunet, es encontrarse con la belleza de lo natural y con la brutalidad de lo humano, esa difícil nomenclatura que se sostiene a través de los siglos, involutiva, creyendo que los movimientos sociales y feministas (que sí han podido estrechar brechas) no han podido establecer lo que en realidad se pretende en un todo. Y da terror percibir la vigencia de sus cuentos, lo cierto de sus narraciones. Esperemos que sigan naciendo mas Brunet, mas piedras numinosas que alumbren el nuevo porvenir.
Laura Daza Valenzuela Gestora cultural, Editora independiente